En la penumbra de mi
cueva
tiré un poco de
pintura
que cayó campante de
escalón a escalón
Cascabeleaba cuando
chocaba aquí y allá
empapando de risas el
salón antes teñido de amargura
La bruma añil que me
arropaba
se hizo a un lado y me tejió una cortina
y logré ver lo que la suave oscuridad arrebataba
de mis ojos
Y la vi, feliz, danzando y arremolinándose
¡y a él, DESCARADO, gozando
y alucinando al vaivén de su rítmica voz!
Un arrebato al carbón,
tostado por ambos lados,
me recorrió de arriba abajo haciéndome temblar
¡OSADÍA de sus manos!
¡OSADÍA si ella es mía!
Y ella estaba ahí,
traidora
empapada fríamente de violeta, fucsia y verde
Adosada de motitas
doradas que faroleaban sin cesar…
Ella…admirada, amada,
criticada por todos
pero por mi guardada
Y él, él…
con su dedo inquisidor
le tocó los labios
Y ella, ella…
traidoramente le
sonrió de vuelta
De carmín ardiente me
pinté.
Y admito que era
confuso,
porque algo en mí lo
disfrutaba
a la vez que algo en
mí decía: ¿pero por qué ella? ¿Por qué a mí?
Mi amigo, el
descarado,
volteó hacia mí y me
dijo:
¡Pero si es una
maravilla!
¿Cómo es que
tristemente la tienes aquí,
desnuda entre caballetes?
Pero hombre, ¿acaso no
te das cuenta?
¡ERES UN GENIO! El mundo necesita verla
Si la conocen,
aclamarán su nombre.
Es mi tesoro, le dije.
No me creyó,
no me creyó ni ella… ni tristemente ella a mí.
¿Por qué no me creyó?
Si vivimos por amor al
arte
DEBO ser suficiente
para ella
porque ella lo es para
mí: me llena,
casi me ahoga, pero la quiero así.
Por eso, faroleará
eternamente en mi cueva,
en el nido del pintor
sin nombre
en la eterna noche
abrumadora de pinceles transparentes
¡Que me quiera por
siempre así!
Vete amigo,
te perdono que hayas querido amar mi arte
Pero LO SIENTO
Simplemente NO la
comprendes.
Déjanos solos, eternamente
cascabeleando,
ondulando aquí.
-Sandra Gómez (Nela Vega), 2012
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