Amé a una cazadora de amores, 2013

Amé a una cazadora de amores

Ayer, conocí a una mujer que quiso besarme eternamente.

El día era frío y la lluvia creaba pocillos por doquier.

 Yo aguardaba un taxi pasivamente.

 Aquella desconocida abrió sus labios y gritó por mí.

La muchedumbre volteó a verla y yo les seguí.

Ella, menudita, avanzó y me tomó por la cara

y me clavó sus ojos.

Pude ver su vida;

cómo revoloteaba plumosa dentro de ella:

 sus temores y amores

cantados al reflejo de un tranquillo riachuelo.

Me sonrió y me sentí grata.

Me bajó corriendo un escalofrío por la espalda,

como nunca antes…

Una ola de descarga eléctrica recorriendo de norte a sur las escalas de mi alma,

como nunca antes…

Se me erizó deliciosamente la piel,

COMO NUNCA ANTES…

Me plantó un beso tan helado como el hielo del Polo Norte

y la aspiré hondamente

buscando hacer mía la estrella que tenía en la boca.

Me miró profundo,

siempre sonriendo con sus ojos….

solo con ellos.

Con ellos.

Con esos que en ese instante solo yo creí conocer.

-Bebe de mí…-me dijo

 y sonrió nuevamente. -Pero hazlo solo si quieres.

Y pícaramente añadió:

--Porque si no, entonces… ¿qué sentido tiene?

El silencio se había apoderado del derredor

todos aguardaban con el mutismo de los que no saben cómo reaccionar

Ella rió.

-No se preocupen; no ha sido nada – dijo en voz alta

 – Ya sé que pensarán que estoy loca, pero me da igual.

Me encantó su irreverencia mordaz.

Todos rebuscaron y tomaron sus asientos en la parada.

Volteó hacia mí y espetó:

-¡QUÉ LÁSTIMA QUE NO ERES HOMBRE!...

 Hubiera sido un amor a primera vista… Un amor para toda la vida.

Y se fue, tal y como había venido.

Yo me quedé pasmada,  riendo para mis adentros.

Reí toda la tarde, dándole vueltas a su recuerdo.

POR FIN había conocido a una cazadora de amores.

-Sandra Gómez (Nela Vega), 2013