En su memoria, 2011

A la Profesora Digna Escobar

He querido hoy cantar un verso a la ventura
por los jirones de tiempos compartidos
mas temo verlo empañado por la vil amargura
y por ello despreciar la suerte en un descuido.

Tiemblo igual al flaquear en expresar la dulzura
que gustosa en beber aceptó rauda mi alma
¿que sería entonces si no guardo la calma
y comparto recuerdos empolvados con ternura?

Rememoro los contornos de un cálido salón,
taller de hechura de plurales artes:
escritorio, pizarra, cuadernos y un sillón,
de la reina que atraía a pupilos por alzarse.

Jolgorio de tamboritos acompañados por el faldón
de polleras contoneándose con su montuno,
zapateando las cutarras, salomas junto al son
de la corrección por el montaje ya oportuno.

¡Ay madre! ¡Así no! ¡Que así ni uno ni el público  te van a escuchar!
¡Modula!
Y la reina pronto cambiaba la palabra que adula
por encaminar el joven intérprete de Neptuno.

¡Canta la seda! ¡Susurra la roldana!
Celoso el telón da paso al espectáculo
al tiempo del latido agitado de la soberana
que por los nervios hacía temblar el real báculo.

Atrás quedaba olvidado en un rincón el sinsabor,
y se remojaban en felicidad y júbilo las querellas,
y la gota de sal derramada al arte por amor,
era el néctar divino que la alimentaba a ella...

Un alma que vaga perdida por los montes

en busca de líquido para su sed acallar

sabe bien que es inútil laderas merodear

pues no solo la carne trae sed al hombre

Y henos aquí laureados
con un manantial inagotable de miel
que la nostalgia hoy reviste de hiel
diciendo al corazón que la fuente se ha secado.

Y si en la bruma de nuestro llanto
la tristeza nos empaña el porvenir
tened presente que se encuentra germinando
el sueño, fruto de la reina, depositado aquí.

Recordad que el espectáculo
se oculta tras eterno manto
del escenario del corazón
al  milagro del latir.

- Sandra Gómez (Nela Vega), 2011